Itinerario
circular que transcurre por dos vertientes de la montaña. Comienza en
Barcelona bajaremos hasta el Vallès y recuperaremos de nuevo la ciudad
después de un ascenso pronunciado. Como tramo importante cabe destacar
la subida inicial por la pista de Llars Mundet con una fuerte pendiente
que nos conectará con el Paseo de las Aigües. El camino lo haremos por
una maquia, formación arbustiva resultado de incendios pasados donde
destaca la presencia de algunos pinos piñoneros. Este primer tramo nos
permitirá disfrutar de una magnífica panorámica de la llanura litoral.
Barcelona, a los pies, se presenta como un mosaico de piezas a
descubrir.
Tras un tramo llano, empezaremos a dirigirnos hasta el
collado de la Magarola. La vertiente barcelonesa nos despide con el
Tibidabo dándonos la espalda. Los robles tiñen de tostado la montaña si
estamos en otoño, y nos confirman que entramos en las umbrías del
Vallès. Conectaremos con la pista del Pas del Rei, más adelante la
carretera de Horta hará de enlace con can Valldaura. Bajaremos un tramo
de dos kilómetros, el primer corto y pronunciado. El segundo más suave,
destaca por la presencia de robles a lo largo del camino, uno de
especialmente majestuoso en el margen derecho. Seguiremos bajando ahora
encajados entre taludes. Hay que tomar especial precaución con la
velocidad. El camino sigue siendo sombrío y fresco, ahora llano. Hay que
extremar las precauciones ya que la proximidad al área de recreo de Can
Coll indica que encontremos bastante gente paseando. Llegaremos a la
zona de picnic donde podremos hacer una parada y descansar.
Iniciamos
el segundo tramo, siguiendo el curso de la riera que atravesaremos
hasta tres veces. Pasaremos por una zona de cultivos a la altura de Can
Codina. El ascenso lo haremos paseando por un bosque que mantiene fresco
el musgo en las pendientes que miran al norte. Encinas, robles,
durillos y brezos nos definen el paisaje. Ya en la cumbre podremos
observar los dos valles. La intervención forestal en forma de franja de
protección, a los lados del camino, nos amplía el campo visual. Más
adelante las vistas sobre la ciudad nos marcan el inicio del descenso
hasta el Velódromo.