De la vertiente sur a la vertiente norte por la Valldaura

Dificultad baja
Dificultad media
Dificultad alta
Longitud: 20,4 km
Dificultad: Alta
Duración aprox. a pie: 5 h 45 min

Itinerario circular que transcurre por dos vertientes de la montaña. Comienza en Barcelona bajaremos hasta el Vallès y recuperaremos de nuevo la ciudad después de un ascenso pronunciado. Como tramo importante cabe destacar la subida inicial por la pista de Llars Mundet con una fuerte pendiente que nos conectará con el Paseo de las Aigües. El camino lo haremos por una maquia, formación arbustiva resultado de incendios pasados donde destaca la presencia de algunos pinos piñoneros. Este primer tramo nos permitirá disfrutar de una magnífica panorámica de la llanura litoral. Barcelona, a los pies, se presenta como un mosaico de piezas a descubrir.

Tras un tramo llano, empezaremos a dirigirnos hasta el collado de la Magarola. La vertiente barcelonesa nos despide con el Tibidabo dándonos la espalda. Los robles tiñen de tostado la montaña si estamos en otoño, y nos confirman que entramos en las umbrías del Vallès. Conectaremos con la pista del Pas del Rei, más adelante la carretera de Horta hará de enlace con can Valldaura. Bajaremos un tramo de dos kilómetros, el primer corto y pronunciado. El segundo más suave, destaca por la presencia de robles a lo largo del camino, uno de especialmente majestuoso en el margen derecho. Seguiremos bajando ahora encajados entre taludes. Hay que tomar especial precaución con la velocidad. El camino sigue siendo sombrío y fresco, ahora llano. Hay que extremar las precauciones ya que la proximidad al área de recreo de Can Coll indica que encontremos bastante gente paseando. Llegaremos a la zona de picnic donde podremos hacer una parada y descansar.

Iniciamos el segundo tramo, siguiendo el curso de la riera que atravesaremos hasta tres veces. Pasaremos por una zona de cultivos a la altura de Can Codina. El ascenso lo haremos paseando por un bosque que mantiene fresco el musgo en las pendientes que miran al norte. Encinas, robles, durillos y brezos nos definen el paisaje. Ya en la cumbre podremos observar los dos valles. La intervención forestal en forma de franja de protección, a los lados del camino, nos amplía el campo visual. Más adelante las vistas sobre la ciudad nos marcan el inicio del descenso hasta el Velódromo.